Súplica

Tirame un salvavidas, Dios del cieloPues mi alma bajo el agua se está ahogandoEn el fango profundo no hallo sueloSumergido en el fondo, agonizando. No me queda voz por tanto gritoMi cuerpo flaquea, mi fuerza se esfumaAngustia, temor, dolor infinitoMis ojos se cierran, mi alma se abruma ¡Aguanta, alma mía! ¡Levanta la vista!¡Espera! ¡Ya viene!…

¿Siervo de cuál rey?

Ojalá todos pudiéramos tener cerca a un Ebed-melec cuando enfrentamos dificultades. Jeremías fue afortunado de que, en un momento crítico en que peligraba su vida, un tal Ebed-melec intercediera a su favor ante el rey y le salvara la vida (Jeremías 38). Jeremías fue acusado de traición nacional, de ser antipatriota, de deshonrar a aquellos…