He estado mirando el mundial de Qatar 2022. No sólo me gusta el fútbol, sino que me encanta observar el comportamiento de los aficionados. Unos se ponen la camiseta de su equipo; otros se pintan la cara con los colores de su bandera. Unos gritan, saltan, cantan, y baten sus manos; otros se concentran, se cubren la boca, se agarran la cabeza, se comen las uñas, o aprietan sus puños. Cuando el equipo con el que se identifican va ganando, demuestran gestos de alegría y celebración, mas cuando va perdiendo manifiestan preocupación, frustración, y aun tristeza.

Algunos estudios científicos han examinado la diferencia entre la pasión armoniosa y la pasión obsesiva entre aficionados (Vallerand et al., 2008). La pasión armoniosa es aquella en la que el compromiso afectivo, en este caso con el fútbol, es voluntario y la identidad del aficionado no amenaza con el balance de la persona en su vida normal. En contraste, la pasión obsesiva es aquella a través de la cual el compromiso con el equipo se vuelve incontrolable, al punto que la persona pierde el balance y el control psicológico y a veces físico, como cuando hay expresiones de violencia u odio.

¿Será que este tipo de pasión dualista también existe en otros campos que demandan admiración, seguimiento, lealtad, uniformidad, e inversión de energía y recursos,  como lo son los campos religiosos y políticos? ¿Será que hay espacios sociales en los que inadvertidamente se cultiva la pasión obsesiva y se promueve la conducta inadaptada e inadaptable como muestra de lealtad y pasión? ¿Cómo puede uno prevenir que la pasión armoniosa se convierta en pasión obsesiva?


Vallerand, R., Ntoumanis, N., Philippe, F., Lavigne, G., Carbonneau, N., Bonneville, A., Lagacé-Labonté, C., & Maliha, G. (2008). On passion and sports fans: A look at football. Journal of Sports Sciences, 26(12), 1279–1293.