Unas de las reflexiones que han llamado mi atención acerca del trabajo, se encuentran en el libro hebreo conocido como Qoheleth (que significa “el asambleísta”). Estos son algunos de los dichos atribuidos al Qoheleth:

  • Miré yo luego todas las obras que habían hecho mis manos, y el trabajo que tomé para hacerlas; y he aquí, todo era vanidad y aflicción de espíritu, y sin provecho debajo del sol. (Ec. 2:11).
  • Aborrecí, por tanto, la vida, porque la obra que se hace debajo del sol me era fastidiosa; por cuanto todo es vanidad y aflicción de espíritu. Asimismo aborrecí todo mi trabajo que había hecho debajo del sol, el cual tendré que dejar a otro que vendrá después de mí. Y ¿quién sabe si será sabio o necio el que se enseñoreará de todo mi trabajo en que yo me afané y en que ocupé debajo del sol mi sabiduría? Esto también es vanidad. Volvió, por tanto, a desesperanzarse mi corazón acerca de todo el trabajo en que me afané, y en que había ocupado debajo del sol mi sabiduría. ¡Que el hombre trabaje con sabiduría, y con ciencia y con rectitud, y que haya de dar su hacienda a hombre que nunca trabajó en ello! También es esto vanidad y mal grande. Porque ¿qué tiene el hombre de todo su trabajo, y de la fatiga de su corazón, con que se afana debajo del sol? Porque todos sus días no son sino dolores, y sus trabajos molestias; aun de noche su corazón no reposa. Esto también es vanidad. (Ec 2:18–23).

Es indebido hacerle un diagnóstico psicológico a un autor usando un texto de índole poético, sin embargo, podemos cuidadosamente examinar las expresiones de frustración con el trabajo, y relacionarlas con el tema del agotamiento laboral, sin caer en anacronismos. El texto demuestra elementos de sarcasmo e ironía. A pesar de trabajar con sabiduría, el resultado es fastidio, afán, estrés, y falta de reposo. Obviamente, esta no es una reflexión sobre problemas organizacionales. Más bien, es una expresión de emociones personales. Pero esas emociones llaman la atención porque hacen eco con los sentimientos de agotamiento que hemos explorado. En días anteriores El patrón repetitivo que alude a la “vanidad” nos ayuda ver el problema de las incongruencias, de la arbitrariedad, de la desalineación entre lo que se hace y el resultado que se obtiene. El concepto de “aflicción de espíritu” puede traducirse como “perseguir el viento”, una imagen que refuerza la idea de realizar una acción en vano.

Esta queja debido a las incongruencias de la vida, incluyendo el trabajo, culmina con un pensamiento: “No hay cosa mejor para la humanidad (Heb, Adam) sino que coma y beba, y que su alma (Heb. Nephesh) se alegre en su trabajo” (Ec. 2:24). Quizás, más que alegrar el alma, el texto sugiere que debemos encontrarle el gusto al trabajo, o más literalmente, causar que el alma vea “lo bueno” (Heb. Tov) del trabajo. Me recuerda al texto en Génesis en el que Elohim completa su trabajo y dice que era bueno (Tov), antes de entrar en su reposo (Gn. 1:31-2:3).   

Como conclusión, podemos decir que en medio de las incongruencias, vale la pena procurar corregir los desajuste de trabajo, con el fin de que nuestro “ser” encuentre “lo bueno” en la vida laboral.