Hasta ahora mi vida se ha extendido por 2,284 semanas… y 3 días. Según Oliver Burkeman, el promedio de vida de las personas es de 4,000 semanas.1 El minutero no deja de dar vueltas. Es evidente que el tiempo pasa, se escapa, y no se deja administrar. Como dice un proverbio que me permito parafrasear:
“El corazón de Adán calcula y re-calcula su camino,
pero YHWH hace enderezar sus pasos.”2
Según la sapiencia, el corazón de las personas hace lo mismo que mi GPS3 cuando voy perdido: se pone a re-calcular. Así estoy yo.
En los últimos meses me he tomado un tiempo para descansar. No me refiero solamente a dormir más, a pausar durante el día, a tomar más recesos, o salir de vacaciones. Todo eso está bien y también lo he hecho. Pero más que eso estoy aprendiendo a resistir cosas que cansan (de ahí el prefijo “des” en des-canso). Es decir, estoy procurando vivir anti-fatigadamente. Me he tomado un sabático (Heb. Shabbat). He hecho un alto en el camino. No voy a seguir conduciendo mi vida a una velocidad que no me permita disfrutar el paisaje.
Es interesante que, a veces, requiere más esfuerzo el descanso del que requiere el cansancio. Cuando nos volvemos prisioneros de una vida agitada, afanada, y llena de ansiedad, es más difícil romper con la inercia. Es necesario, entonces, no tan sólo desacelerar, sino aplicar una fuerza que cambie nuestra dirección. En mi caso, más que hacer una pausa, busco un cambio de sentido.
1 Burkeman, O. (2021). Four thousand weeks: Time management for mortals. Farrar, Straus, and Giroux: New York, NY.
2 Proverbios 16:9.
3 Sistema de Posicionamiento Global.