Hace poco aprendí que puedo reconfigurar la forma como opera un programa de computadora que utilizo con frecuencia y que, además, llevo usando por mucho tiempo. Para mí, fue sorprendente que puedo hacer ajustes personalizados con el fin de optimizar mis procesos de trabajo cuando uso dicho programa. Por años, me limité a usar la configuración predeterminada del programa, sin siquiera cuestionar si quizás existían mejores posibilidades.
La expresión “status quo” proviene del Latín, y aduce al estado o la condición en la que se encuentran las cosas en un momento particular. Aceptar el status quo, es aprobar que las cosas están bien tal y como se encuentran. Es seguir usando una configuración predeterminada sin considerar que existen otras posibilidades que pueden mejorar y optimizar la situación.
¿Por qué aceptamos el status quo? ¿Por qué pensamos que debemos seguir usando una configuración predeterminada?
Hoy ha empezado un nuevo año. Es un tiempo en el que muchas personas establecen nuevas resoluciones o metas para el nuevo año. El calendario nos ofrece la posibilidad de pensar acerca de nuevos comienzos. Pero quizás valga la pena establecer objetivos que desafíen el status quo. Para eso, es necesario repensar completamente las áreas en las que, consciente o inconscientemente, aceptamos las condiciones tal y como se presentan. A veces, nuestra hambre por obtener logros (y más logros), nos enceguece, a tal grado que, para alcanzar esos logros, nos convertimos en los reproductores del status quo. Este año quiero re-visitar las áreas de mi vida que continúan operando bajo una configuración predeterminada, es decir, quiero desafiar mi propio status quo.